Bajan las tardes color escarlata
y las flores que no hay se van a dormir
en esa planicie
donde los los carreros levantan la tierra a su paso
y los hombres y las señoras
chupan un mate
al lado del perro que se lame la herida.
Un niño descalzo entre escombros
que tira
un gato al suelo
cae parado.
El niño también cae parado
porque ni el frío
del colchón húmedo
lo detiene de su felicidad
de correr libre
de tirar gatos
de rascarse los piojos
de disfrutar a sus anchas
con sus brillantes ojos
ese cielo escarlata.
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