jueves, 9 de agosto de 2012




Miro la espuma blanca del café
brillante como nieve sobre el suelo
y me río mientras vos rozás los
rascacielos, ida y vuelta,
hasta que nos encontramos.
Nos vemos, nos miramos
Yo te abrazo y vos te me
escapás despacio por entre los
arcoiris de los vasos del
lugar y pensás algo divertido
y un sonido como de pájaro
sale volando por la ventana
llevándose todo puesto
las servilletas, el diario de
los señores, los ceniceros.
Y la felicidad se parece a ese
caótico y hermoso devenir.

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