domingo, 27 de marzo de 2011

lunes, 14 de marzo de 2011


Esperaba, 
esperaba 
y todavía 

y siempre 
esperando, 
esperando 
con todas las arterias, 
con el sacro, 
el cansancio, 
la esperanza, 
la médula; 
distendido, 
exaltado, 
apurando la espera, 
por vocación, 
por vicio, 
sin desmayo, 
ni tregua. 
Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos 
que son pura ceniza? 
Por muy lejos que mire: 
la espera es ya conmigo, 
y yo estoy con la espera... 
escuchando sus ecos, 
asomado al paisaje de sus falsas ventanas, 
descendiendo sus huecas escaleras de herrumbre, 
ante sus chimeneas, 
sus muros desolados, 
sus rítmicas goteras, 
esperando, 
esperando, 
entregando a esa espera 
interminable, 
absurda, 
voraz, 
desesperada. 

Sólo yo... 
Sí! 
yo sólo 
sé hasta dónde he esperado, 
qué ráfagas de espera arrasaron mis nervios; 
con qué ardor, 
y qué fiebre 
esperé 
esperaba, 
cada vez con más ansias 
de esperar y de espera. 

Ah! el hartazgo y el hambre de seguir esperando, 
de no apartar un gesto de esa espera insaciable, 
de vivirla en mis venas, 
y respirar en ella 
la realidad, 
el sueño, 
el olvido, 
el recuerdo; 
sin importarme nada, 
no saber qué esperaba: 
siempre haberlo ignorado! 
cada vez más resuelto a prolongar la espera, 
y a esperar, 
y esperar, 
y seguir esperando 
con tal de no acercarme 
a la aridez inerte, 
a la desesperanza 
de no esperar ya nada; 
de no poder, siquiera, 
continuar esperando.

sábado, 12 de marzo de 2011

Desayuno, Jacques Prévert


Echó café
En la taza
Echó leche 
En la taza de café
Echó azúcar
En el café con leche
Con la cuchara
Lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
Sin hablarme
Encendió 
un cigarrillo
Hizo aros
con el humo
Echó la ceniza
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
Se puso
El sombrero
Se puso
El impermeable
Porque llovía
Y se fue
Bajo la lluvia
Sin una palabra
Sin mirarme
Y me cubrí
La cara con las manos
Y lloré.

viernes, 11 de marzo de 2011

¡HASTA SIEMPRE!


"Soto lo miró nuevamente a los ojos: esos ojos casi blancos, el pelo amarillo. Stocker. Se llamaba Stocker y había trabajado en el frigorífico. Un sujeto blanco. La Patagonia era blanca, el mundo era blanco. (...) Todo era una porquería: pagaban mal, no alcanzaba para nada, a los chiquilines se les hinchaba la panza y las mujeres tenían que bajar a Gallegos a hacer cualquier cosa. Una porquería. La Patagonia era una porquería (...) Por eso se amontonaban para hablar sobre lo mismo: lo que no pagaban, lo que no alcanzaba, las ganas que tenían de poseer algunas cosas. Era como amasar una bola caliente. Porque el calor quitaba un poco el miedo. Como la comida o como echarse al lado de una mujer".  

Los dueños de la tierra, David Viñas



martes, 8 de marzo de 2011

Partió despacio

Sobre mi alma quedan

Sus versos tibios

10

Después de todo

La muerte es sólo un síntoma 

De que hubo vida

M.B.